miércoles, 5 de diciembre de 2012

El final





Sin más dilación comenzó a tronar.
Hasta el último poro de cielo se encharcó en sangre.
Los mares,hasta ahora doblados cual sábana,
se hicieron verticales y punzantes,
como infinitos rascacielos de agua.
Árboles y plantas se venían abajo como plástico fundido,
arrodillándose sobre un suelo gris en su totalidad,
cubierto de todo tipo de inmoralidades.
Ráfagas de viento rumoreaban dolor,
dejando tras de sí una estela dorada de hojas de otoño.
Los pájaros dejaron de amanecer,
los ríos se hicieron piedra,
el oxígeno cortaba como la pizarra...
Y allí,en el corazón de semejante apocalípsis nos encontramos
tan vivos de muerte,
tan todos de nada,
comprendiendo que ni mota de polvo somos en el universo.


Rubén G. Barreiro

miércoles, 28 de noviembre de 2012

Latidos





Tan solo soy la suma de mis horas latidas,
y sigo siendo,conforme este hilo de tinta
dibuja olas sobre el mar de papel.
Soy el alma que se alimenta de cinco sentidos,
de todo aquello tan cargado de propia vida,
que ni la palabra hecha carne podría definir.
Soy la manera en la que amo,soy en ti si me dueles,
tu fiel hogar,tu ropa seca en la tormenta,tu compañero.
Soy tus labios si están en los mios,
sonrisa que proyecta tu sonrisa,llanto que proyecta tu llanto,
poesía que acecha en la orilla.
Y es que tan solo soy la suma de mis horas latidas,
y sigo siendo,conforme el latido lleve tu nombre.

Rubén G.Barreiro

Eterno

Transcurrir paz,
como el suave contoneo del cristalino caudal sin trampa,
sin culpa.
Respirar inocencia,lavar en parte lo vivido.
Purificar áridas y ásperas atmósferas.
Ser con mi espíritu,infranqueable en burbujas de niebla.
Disipar mala hierba y temor, escuchar la mística,
tan eterna como la nada incitando al raudo escalofrio.
 Pintar palabras,desnudarse la vida.
Amarse locamente cuerdos...
Que mi sentir,ni otras mil vidas lo definan suyo.
 Agradecer a esta miga de tierra el terso y tendido viento,
 la luz que señala con el dedo, que endulza los feroces laberintos a mi alma.
Crecer vertical como hiedra, plasmar firme estancia como piedra dura y mate,
 acunada por infinitos soles,lunas y cielos.
Ser de tacto jóven, de inocente azul como un parto.
 Doler como el amor del más visceral beso.
Galopar por llanuras de crestas de algodón y pico,
tan viejos,a su vez tan de una madre.
Que el mar ruja en lo más oscuro de mis entrañas
y los cabellos de sol limen los tenues abismos
que en mi incertidumbre habitan.


 Rubén G.Barreiro