Transcurrir paz,
como el suave contoneo del cristalino caudal sin trampa,
sin culpa.
Respirar inocencia,lavar en parte lo vivido.
Purificar áridas y ásperas atmósferas.
Ser con mi espíritu,infranqueable en burbujas de niebla.
Disipar mala hierba y temor,
escuchar la mística,
tan eterna como la nada
incitando al raudo escalofrio.
Pintar palabras,desnudarse la vida.
Amarse locamente cuerdos...
Que mi sentir,ni otras mil vidas lo definan suyo.
Agradecer a esta miga de tierra
el terso y tendido viento,
la luz que señala con el dedo,
que endulza los feroces laberintos a mi alma.
Crecer vertical como hiedra,
plasmar firme estancia como piedra dura y mate,
acunada por infinitos soles,lunas y cielos.
Ser de tacto jóven,
de inocente azul como un parto.
Doler como el amor del más visceral beso.
Galopar por llanuras de crestas de algodón y pico,
tan viejos,a su vez tan de una madre.
Que el mar ruja en lo más oscuro de mis entrañas
y los cabellos de sol limen los tenues abismos
que en mi incertidumbre habitan.
Rubén G.Barreiro
miércoles, 28 de noviembre de 2012
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