domingo, 7 de febrero de 2010

Otoño muerto


Matiz rojo.
Al unísono rompe el agua
cuyas entrañas desaparecieron tras el coleteo
de algunos peces.
El minutero se tiñe de gris triste
mientras rugen los árboles con cal en los ojos.
Furiosa vuela la arena
como lluvia hiriente en los campos de
ninguna vela quedó encendida,
el rumor del viento las apagó.
Algunas hojas exhaustas hablan pálidas,
viejas casi muertas y sin mar en la mirada.
La garza se vuelve piedra,
marrón tortura.
Explotan las venillas del cielo,
recuerdos y hedor en los zapatos del otoño muerto.
Otoño asesinado.


Rubén G.Barreiro

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