viernes, 5 de febrero de 2010

Era


Dudoso me hallo,
entre campos de sinrazón revestida
por el canto de leves minutos pálidos
como días de fiebre.
Anonadado,
bendito dardo de traición
que ante mis ojos descubre la magia,
el armónico final de las aguas,
infinito sonido de metal.
Indefinido y crujiente,
apasionado el sentir de los tobillos de su cama
enredados en mi pecho como serpientes.
Terco y vasto,
tanto suave como aterciopelado
el viento que moldeaba,
borracho nuestro cabello.
Que poco bello resulta ahora
reconocer un amor atropellado.


Rubén G.Barreiro

No hay comentarios:

Publicar un comentario